Monday, January 31, 2011
Saturday, January 29, 2011
Monday, January 24, 2011
No soy una mujer elegante, pero pude haberlo sido.

Hoy regresé no sé cómo a mi casa, no había bebido y eran las 6 de la tarde pero me perdí en un sueño. Sí, soñé despierta, lo hago mucho pero pocas veces lo acepto se me hace un poco cursi. Mas que un sueño fue un recuerdo, de esas cosas que hemos olvidado y una canción, una imagen o como en este caso una conversación te traen una hermosa o terrible remembranza. Después de una plática con José sobre su intención de aprender a bailar cumbias a fin de parecer seductor e irresistible para el sexo débil (como frecuentemente es llamado lo cual odio) volví a casa escuchando el disco Rock & Littérature de les inRockuptibles. Apenas iba en Kerouac y ya me reía imaginándolo en la pista moviendo los pies y después intentando bailar de cachetito con alguna chica que le llegase a la cintura. No alcancé a llegar a las cumbias y creo que la música no ayudaba...
Sonaba Like a great Gatsby de Elliot Murphy, no sabía bailar y era consciente. Nunca había bailado, mas que esa vez en Ginebra y muy poco. Un sí pero no muy elegante me había llevado a mover las piernas torpemente sobre la cubierta móvil de un yate en uno de esos lagos de la zona. Alguien saltó entonces por la borda, un chico joven borracho y de pronto al verlo caer me invadió una vergüenza, una muy grande debo decir, la misma vergüenza que me invade cada vez que represento o se me presenta cualquier tipo de felicidad. Sin pensarlo, me quité la ropa y me lanzé tras él semidesnuda, sin mirar atrás, fingiendo locura.
En Dying on the Vine ya estaba en la puerta y Querétaro había obscurecido.
Hoy regresé no sé cómo a mi casa, no había bebido y eran las 6 de la tarde pero me perdí en un sueño. Sí, soñé despierta, lo hago mucho pero pocas veces lo acepto se me hace un poco cursi. Mas que un sueño fue un recuerdo, de esas cosas que hemos olvidado y una canción, una imagen o como en este caso una conversación te traen una hermosa o terrible remembranza. Después de una plática con José sobre su intención de aprender a bailar cumbias a fin de parecer seductor e irresistible para el sexo débil (como frecuentemente es llamado lo cual odio) volví a casa escuchando el disco Rock & Littérature de les inRockuptibles. Apenas iba en Kerouac y ya me reía imaginándolo en la pista moviendo los pies y después intentando bailar de cachetito con alguna chica que le llegase a la cintura. No alcancé a llegar a las cumbias y creo que la música no ayudaba...
Sonaba Like a great Gatsby de Elliot Murphy, no sabía bailar y era consciente. Nunca había bailado, mas que esa vez en Ginebra y muy poco. Un sí pero no muy elegante me había llevado a mover las piernas torpemente sobre la cubierta móvil de un yate en uno de esos lagos de la zona. Alguien saltó entonces por la borda, un chico joven borracho y de pronto al verlo caer me invadió una vergüenza, una muy grande debo decir, la misma vergüenza que me invade cada vez que represento o se me presenta cualquier tipo de felicidad. Sin pensarlo, me quité la ropa y me lanzé tras él semidesnuda, sin mirar atrás, fingiendo locura.
En Dying on the Vine ya estaba en la puerta y Querétaro había obscurecido.